Cuenta la historia de Pinocho, que había una vez un señor llamado Geppetto, de profesión carpintero, y que por no tener familia se sentía muy triste y solo.
Así que decidió hacer un muñeco de madera para que le sirviera de compañía. Concluida su creación exclamó:
-Ha quedado hermoso lo llamaré Pinocho, dijo contento Geppetto
Desde ese momento el viejo carpintero se la pasaba horas contemplando su linda obra; él quería con todo su corazón que su muñeco cobrara vida y pudiera hablar como todos los niños.
Una noche apareció en la ventana del cuarto de Geppetto “el viejo carpintero”, el hada de los imposibles y agitando su varita mágica le dijo, te concedo lo que pide tu corazón, daré vida a Pinocho.
Fue así como la figura cobró vida y sacudiendo sus brazos y cabezas se dirigió hacia Geppetto.
-Papá papá, dijo Pinocho despertando a Geppetto.
-¿Quién es? ¿Quién anda por ahí? Preguntó Geppetto mientras abría los ojos.
-Soy yo, papá, Pinocho. -Respondió-.
Asombrado Geppetto tomó a Pinocho entre sus brazos y bailó con él emocionado y feliz.
-Mi hijo, mi querido hijo! Llorando de la felicidad decía Geppetto.
Los días transcurrieron en total alegría en la casa del anciano Geppetto; como todos los niños, Pinocho debía asistir a la escuela.
Así que su padre hizo todo lo necesario para comprarle lo que necesitaba como libros, cuadernos, lápices de colores, etc. Hasta que llegó el gran día y Pinocho se fue a la escuela acompañado de un grillo.
El grillo se había convertido en un amigo que lo aconsejaba y guiaba por el buen camino; sin embargo, Pinocho prefería el juego y la diversión antes que los estudios.
Así que decidió desviarse de su camino a la escuela; para asistir a una función de títeres, a pesar de que el grillo le decía que no lo hiciera el travieso niño no le hizo caso.
Cuando el dueño del teatro vio a Pinocho quedó impactado y exclamó:
-Que maravilla, nunca había visto un títere que se moviera y hablara sólo. Me haré rico con él.
Y decidió quedarse con Pinocho, quién aceptó la invitación de aquel desconocido y pensó que con el dinero que ganaría le podría hacer un regalo a su padre.
Durante el resto del día Pinocho actuó como un títere más en aquel teatro, sin embargo, al caer la tarde quiso regresar a su casa con el viejo Geppetto, pero el dueño del teatro no quería que Pinocho se fuera y lo encerró en una casa junto a sus otros muñecos.
Tanto lloró Pinocho que al final tuvo que dejarlo ir y le regaló unas monedas como pago; de regreso a casa, dos ladrones aprovechándose de la inocencia de Pinocho, lo engañaron y le hicieron creer que si enterraba su dinero al otro día nacería un árbol lleno de dinero solo para él.
El grillo le dijo que no les creyera; que eso era una trampa y solo iba a perder sus monedas, pero Pinocho no hizo caso de la advertencia. Y enterró sus monedas.
Cuando el niño se marchó los ladrones sacaron el dinero y se fueron riéndose por todo el camino.
Al llegar a casa Pinocho no encontró a Geppetto y empezó a llorar, entonces apareció el hada de los imposibles para consolarlo.
-No llores Pinocho, tu padre se ha ido al mar a buscarte!
Entonces Pinocho salió a buscar a su padre; por el camino encontró unos niños y les preguntó.
-A dónde vais?
-Vamos al país de los dulces y los juguetes, le respondieron.
-Ven con nosotros, te vas a divertir le dijeron
El grillo le dijo a Pinocho que no les hiciera caso a los niños; que debía buscar a su padre que estaba triste, solo y preocupado por él. Y Pinocho le respondió.
-Iré solo por un rato, luego buscaré a mi padre. Lo prometo.
Acompañado por los niños Pinocho se fue al país de los dulces y los juguetes.
Cuando llegaron al lugar quedó tan encantado con todo; que se le olvidó salir a buscar al pobre carpintero.
Rodeado de juguetes saltaba y reía de la emoción; sin notar que se estaba convirtiendo en un burro.
Las orejas le empezaron a crecer, su piel se le oscureció y hasta le salió una colita que se le movía al caminar. Apenas notó esto comenzó a llorar, apareció nuevamente el hada de los imposibles y lo ayudó devolviéndole su forma de niño y le dijo:
-Vuelves a ser un hermoso niño, pero recuerda que debes estudiar, ser bueno y no decir mentiras o te crecerá la nariz.
-Pinocho respondió: Por supuesto me encanta estudiar; y de inmediato le creció la nariz.
-Los niños buenos no deben decir mentiras le dijo la hada.
-Jamás he dicho mentiras y me porto muy bien.
Entonces la nariz le creció tanto, que no podía sostenerla en su cabeza.
Pinocho llorando le prometió al hada que no volvería a mentir y su nariz volvió a ser de tamaño normal.
Pinocho y el grillo salieron a buscar a Geppetto, pero cuando llegaron al mar, se dieron cuenta de que a su padre se lo había tragado una ballena y le dijo:
-Por favor señora ballena devuélvame a mi padre.
Pero la ballena no le hizo caso y se tragó también a Pinocho.
Cuando estaba en el estómago de la ballena, Pinocho y Geppetto se encontraron y se abrazaron felices.
-Geppetto le dijo: Debemos salir de aquí.
-Y Pinocho le respondió: Hagamos una fogata, con el humo la ballena estornudará y escaparemos.
Y así sucedió, con el humo la ballena estornudó tan fuerte que los expulsó fuera de su vientre y llegaron a tierra firme.
Al llegar a casa, Pinocho se arrepintió de haber desobedecido a su padre; desde entonces nunca más dejó de ir a la escuela, se portó tan bien y fue tan obediente y disciplinado que el hada de los imposibles decidió convertirlo en un niño de carne y hueso para la alegría de su anciano padre Geppetto y del propio Pinocho.
Moraleja del cuento de Pinocho
Cuando no obedecemos a nuestros mayores ya sean padres, abuelos, maestros, etc…, suelen suceder accidentes, o pasamos sustos sin necesidad, como le pasó al pobre Pinocho.
Pero cuando nos arrepentimos sinceramente y hacemos lo correcto, la vida nos premia con cosas buenas, así como el hada de los imposibles premió a Pinocho otorgándole la vida.
Los niños deben ser obedientes, respetuosos y responsables, de esta forma tendrán una vida maravillosa.
Antes de que te vayas te invitamos a ver esta otra versión del cuento clásico de Pinocho narrada, que estoy seguro te encantará.